Su alimentación y fisonomía convierten al cerdo ibérico en una especie incomparable a cualquier otra, hecho que le confiere su alto valor gastronómico. Asentados únicamente en la Península Ibérica, los ejemplares gozan del ecosistema preciso para su mejor desarrollo.
La dehesa: aquí crece el cerdo ibérico
Un paraje único en el mundo
El gran secreto que explica la calidad de la carne de cerdo ibérico Discarmontes es la crianza de este extraordinario animal en la dehesa, un entorno sin igual que es el hábitat perfecto donde alimentarse y crecer en libertad y armonía.
La bellota, alimento indispensable
Fuente natural de nutrientes
El fruto de la encina es enormemente rico en fibra y vitaminas del grupo B, además de en potasio, calcio y fósforo, entre otros minerales. Durante la etapa de montanera, entre los meses de octubre y marzo, el cerdo se nutre mayoritariamente de las bellotas y también de pastos, ricos asimismo en glúcidos, ácido oleico y grasas beneficiosas para el organismo.
Vetas de puro sabor
Una perfecta infiltración de grasa
La alimentación, el trote y el descanso de cada ejemplar libremente y a su propio ritmo garantizan después que los cortes de cerdo ibérico Discarmontes posean las propiedades organolépticas ideales, tanto en sabor, como en aspecto, textura y aroma.